Sopa minestrona: presencia internacional

¡Qué gran idea preparar una sopa! Y cuando hacemos este plato estamos utilizando una técnica ancestral, ya que las sopas, se encuentran en el origen de los primeros momentos en que se empezaron a utilizar recipientes y de una manera intuitiva, se pudo  hervir en agua cualquier ingrediente que sirviera como alimento. Si hablamos de recipientes, nos tenemos que remontar muy atrás en el tiempo, hasta que, en las primeras culturas con testimonios escritos se comprueba que las sopas ya formaban parte de recetas muy cotidianas.  Sopas de todas clases, con variedades que podemos encontrar en todas las regiones del planeta, de ahí, su carácter internacional.

La sopa Minestrone es una de esas variedades, surgida en Italia, recoge los sabores y colores de los productos de huerta; un plato de cuchara, reconfortante, como todas las sopas en tiempo de invierno, sano y nutritivo, hecho con verduras de temporada al que se le puede agregar pasta, arroz o algún tipo de legumbres. Para muchos que entienden de cocina, una de las mejores sopas del mundo.

La sopa Minestrone de nuestra receta la vamos a hacer utilizando guisantes, calabaza, cebolla, ajo, apio, patata y garbanzos. La calabaza la podemos sustituir por zanahorias, los garbanzos por alubias blancas y los guisantes por judías verdes. En cualquier caso, nos quedará una receta perfecta, nutritiva y muy saludable por su aporte de minerales, vitaminas y fibra.

En recetas anteriores hemos destacado las propiedades de estos alimentos. Las verduras y hortalizas tienen muchos componentes nutricionales: minerales, vitaminas, fibra, son saciantes, buenas para el corazón, diuréticas, antioxidantes, bajas en calorías… por tanto, las consideramos indispensables en nuestra dieta diaria

Los garbanzos son una de las leguminosas más aceptadas en nuestro país. Es un cultivo sostenible en todo el ámbito mediterráneo Son fuente de proteínas vegetales, vitaminas, minerales, fibra… saludables para el colesterol. Un alimento muy completo que debería ser incluido en los menús semanales de adultos y niños. También debemos potenciar el consumo de guisantes, que han sido llamados “lágrimas verdes y oro verde” por su bonito color y sus cualidades alimentarias.

 

INGREDIENTES PARA 6 PERSONAS

½ calabacín

100 g de guisantes

6-8 judías verdes

100 g de calabaza

75-100 g de garbanzos o alubias blancas

1 cebolla dulce, 1 ajo, apio, albahaca o perejil para decorar el plato, 1 hoja de laurel, aceite, sal, pimienta blanca molida, queso rallado.

1,5 litros de caldo de verduras

100 g de bacon

Un puñado de pasta integral

Un par de cucharadas de tomate frito

 

PREPARACIÓN

En un recipiente hondo, salteamos el bacon cortado a gusto, el ajo y el laurel. Añadimos  las verduras preparadas tipo juliana, rehogamos durante unos minutos y echamos el tomate frito removiendo para mezclar todo bien. Incorporamos los garbanzos o las alubias que, previamente, habremos puesto en remojo unas horas antes y añadimos el caldo algo templado dejando hervir a fuego lento unos 40 minutos. Pasado este tiempo echaremos los guisantes dejando hervir 5 minutos más y finalmente la pasta, dejando la cocción otros 5 minutos. Podemos ir añadiendo más caldo si queremos que la sopa no quede muy espesa  Comprobamos la sal a gusto. Dejamos reposar y al momento de servir espolvoreamos con un poco de pimienta, el perejil cortado muy fino y el queso rallado. Si queremos que el plato sea más italiano, el queso puede ser tipo parmesano, pero queda igual de rico con un queso manchego seco. La pasta integral resulta menos calórica que la pasta normal, pero también será una elección.

Un resultado espectacular, de cocina de mercado, hecho con tiempo, gusto y buenos ingredientes, que podemos tener preparado. Una sopa que, como dijo un gastrónomo francés, “alegra el estómago”.

¡BUEN APETITO!

Ragú de pollo

Siempre volvemos al pollo, en él encontramos una base para muchos platos que podemos preparar de diferentes maneras y que todos ellos nos aportan una calidad y variedad en nuestra alimentación.

Suele ser una carne que gusta a una gran mayoría de consumidores y desde  su domesticación en el continente asiático, ha acompañado la dieta de muchas personas en todos los lugares del mundo. Seguramente será una de las aves más conocidas, con grandes connotaciones, no solo culinarias, si no, que también podemos encontrar referencias en muchos ámbitos culturales.

En la actualidad, es un alimento muy consumido en todas las mesas de forma muy habitual a lo largo del año, viniendo a constituir un gran aliado para nuestras recetas por su precio y la facilidad de poder encontrarlo en los mercados.  Su carne blanca y ligera, con poca grasa, fácil de digerir, lo hace muy recomendable en todas las dietas.

De gran valor nutricional, contiene vitaminas, minerales y proteínas de alta calidad.

Existen muchas variedades, prácticamente podemos decir que tiene un alto grado de especialización geográfica, ya que en la mayoría de países tienen sus propias razas. En el nuestro, los pollos de corral o campero, se destacan por su carne más sabrosa.

Las formas de preparar este alimento son muy variadas: guisado, al horno, braceado, escabechado, frito, en ensalada…

La receta de hoy, la haremos estofando el pollo con una rica salsa y le damos el nombre de ragú y como siempre recomendamos que sea con  productos de mercado y de proximidad.

La denominación de ragú tiene dos significados, uno para referirse a un guiso que puede ser de carne o pescado y que se acompaña con verduras, y otro para referirse a una salsa para acompañar la pasta hecha con carne y tomate y  que podemos encontrar muy parecida a la boloñesa.

El estofado o guiso de ragú es un plato sencillo y fácil en su elaboración, podemos incluirlo en nuestra dieta semanal como una de las recetas más saludables y sanas.

 

INGREDIENTES PARA 4 PERSONAS

4 pechugas de pollo partidas por la mitad

4 muslos de pollo

2 ajos

1 cebolla

2-3 zanahorias

300-400 g de guisantes

½ litro de caldo de pollo

1 vaso de vino blanco seco

Aceite de oliva virgen

Sal y pimienta

Hierbas (tomillo, romero, albahaca)

 

PARA ACOMPAÑAR

Arroz hervido o unas patatas panaderas

 

ELABORACIÓN

En una sartén pondremos el aceite y freiremos la cebolla y las zanahorias.  Los ajos cortados bien finos los incorporamos a este sofrito.  Cuando la cebolla esté pochada, echamos el pollo que, previamente habremos cortado en trozos medianos. Preferible rehogarlo sin la piel, ya que, de este modo soltará menos grasa, pero siempre opcional.

Cuando el pollo haya adquirido un bonito color dorado, añadiremos los guisantes, el caldo, las hierbas y el vaso de vino. Salpimentaremos y dejaremos hervir a fuego lento unos 15-20 minutos hasta comprobar que la cocción espese. ¡Y ya está hecho el ragú de pollo!

Podemos reservarlo para no consumir el mismo día y tenerlo preparado. Recordar que podemos acompañarlo con las patatas y el arroz.

Como veis una receta de lo más fácil y apetitosa.

¡¡BUEN APETITO!!

Risotto de boletus y níscalos

El arroz, uno de los ingredientes más utilizados en todas las cocinas, lo hemos recomendado en recetas anteriores, por todos conocido, no necesita demasiada presentación pues constituye una de las más importantes bases culinarias en multitud de platos, forma parte de nuestra dieta mediterránea, combina muy bien con otros alimentos, toma presencia como plato principal y suele ser aceptado por todos los paladares.

Como muchos otros cultivos, el arroz ya era conocido en el período Neolítico, en las zonas húmedas del Sudeste asiático. Allí se dieron las condiciones favorables, dada la abundancia de arroces silvestres que pasaron a ser conocidos por los grupos humanos que habitaban esas regiones. Desde esos lugares, donde se dieron los primeros arrozales, este alimento ha realizado un largo viaje hasta llegar a nuestro país en  el siglo VIII donde se ha adaptado a nuestra geografía en zonas húmedas y cálidas. Andalucía, la Comunidad Valenciana y el Delta del Ebro son las mayores zonas productoras.

La práctica de la ricicultura ha devenido prácticamente en una forma de vida en los grandes humedales asiáticos, donde el arroz constituye un monocultivo y en los países menos desarrollados supone una importante garantía alimentaria.

Junto a las formas de explotación más tradicionales, se están implementando sistemas de cultivo intensivos que permiten obtener, a través de técnicas más ecológicas, una producción más eficiente y respetuosa con el medio ambiente, reduciendo el consumo de agua y fertilizantes químicos.

Como siempre, valoramos los intentos para conseguir que los alimentos que consumimos respondan a criterios de proximidad y sostenibilidad. Por este motivo os recomendamos comprar vuestros ingredientes en vuestro mercado de producto fresco local.

Arroces en la zona alicantina, paellas en la valenciana y risotto en la cocina italiana, esta última será la que escojamos para nuestra receta: un risotto con boletus y níscalos.

El risotto, una manera de preparar el arroz que, parece ser, que proviene del norte de Italia aunque también hay referencias a que podría haber sido llevado a tierras italianas durante  la presencia catalana-aragonesa en el largo período de su permanencia en esos territorios. Esta técnica de cocción, consiste en darle una mayor cremosidad, a diferencia del arroz suelto de otras recetas. Esta textura se logra por la forma en que se cocina y también por el tipo de ingredientes, en este caso, las setas, el queso y la crema de leche.

 

INGREDIENTES PARA 4 PERSONAS

100-150 g de arroz por persona, el tipo opcional

100 g de setas por persona. Boletus, níscalos o cualquier otro tipo de temporada

1 cebolla grande dulce, blanca o de Figueres

1-2 ajos

1 vaso de vino blanco

2 cucharadas de mantequilla

1 litro de caldo de verduras

200 ml de nata para cocinar

Queso rallado Parmesano o curado

Aceite de oliva virgen

Un poco de orégano

 

PREPARACIÓN

Tendremos preparados todos los ingredientes a punto para irlos incorporando a la receta: la cebolla y los ajos cortados finos, las setas limpias  cortadas a trozos pequeños.

En una paella, salteamos la cebolla y los ajos, hasta que adquieran una textura blanda, incorporamos las setas removiendo con una cuchara de madera, añadimos la mantequilla y  echamos el vino dejando que evapore unos 2-3 minutos. Echamos el arroz mezclándolo bien y ya podemos ir añadiendo el caldo de verduras que, previamente, habremos calentado. El caldo lo vamos echando poco a poco, cuando veamos que se va consumiendo y removemos de vez en cuando, este es el secreto del risotto para que vaya tomando una textura cremosa. Mientras se produce la cocción añadimos sal a gusto, el queso rallado, la nata y el orégano mezclando bien.

Podemos presentar el plato dándole forma con un molde redondo y añadiendo al momento de servir, un poco de queso y orégano.

¡BUEN APETITO!