Potaje de Cuaresma

¡Quién no recuerda aquellos tiempos en que la carne más o menos desaparecía de nuestras mesas! Una costumbre impuesta por mandato religioso que durante todo el tiempo de Cuaresma impedía el consumo de carne y productos derivados. Entonces había que buscar alternativas para no incumplir esta norma y el pescado se convertía en el sustituto perfecto. Pero no era nada fácil su pesca y  distribución lo que favoreció, que en las zonas del interior peninsular, sobre todo, se consumiera en salazón. Este procedimiento permitía disponer de productos de mar conservados durante mucho tiempo y el bacalao era uno de los más consumidos.

El bacalao vino a constituir la base para muchos platos y pronto se cocina junto con otros ingredientes como un potaje o guiso en los días de Cuaresma. Desde tiempos medievales existen documentos que mencionan ya la receta de lo que se llamó “potaje de vigilia” y que también conocemos como “potaje de garbanzos con espinacas y bacalao”.

Como otros muchos, surge de la necesidad de proporcionar a las familias un plato nutritivo que puede ser cocinado en cantidad y que pueda estar al alcance de las clases populares, aunque el bacalao, era considerado un producto especial, el hecho de destinarlo a un consumo en unos días determinados, lo hacía más asequible.

En la actualidad, este potaje, aún sigue asociado a la Semana Santa como un plato tradicional, seguro que recordamos a nuestras madres y abuelas preparándolo en esas fechas, pero ha pasado a ser una receta cotidiana que podemos preparar en múltiples ocasiones y que se incluye muy bien como plato invernal y de cuchara. Bacalao, garbanzos y espinacas los tres ingredientes para esta receta.

Los garbanzos son una de las leguminosas más aceptadas en nuestro país. Es un cultivo sostenible en todo el ámbito mediterráneo. Son fuente de proteínas vegetales, vitaminas, minerales, fibra… saludables para el colesterol. Un alimento muy completo que debería ser incluido en los menús semanales de adultos y niños.

El bacalao es un pescado blanco, de temporada, con enormes propiedades alimentarias, tiene proteínas, vitaminas, omega 3… bajo en grasas y en calorías.

Al incluir las espinacas en esta receta, estamos enriqueciéndola, ya que son una verdura de hoja verde con grandes propiedades nutricionales, vitaminas, minerales, fibra y un alto valor antioxidante.

Hacemos la compra en nuestro mercado de proximidad y nos aseguramos de la calidad de los productos que vamos a necesitar para elaborar esta receta.

 

INGREDIENTES PARA 6 PERSONAS

400 g de garbanzos

400 g de lomo o tiras de bacalao seco

1 manojo de espinacas frescas, aprox. 300 g

2 cebollas

3 ajos

2-3 hojas de laurel

2 zanahorias

1 pimiento verde italiano no muy grande

2-3 cucharadas de tomate triturado

2 cucharadas de pimentón dulce

Una ramita de apio

Sal y un poco de aceite de oliva virgen para el sofrito

PREPARACIÓN

Cubrir los garbanzos con agua la noche antes, el bacalao también lo habremos puesto en remojo, previamente lavado para quitar la sal, durante uno o dos días cambiando el agua varias veces.

En una cazuela  con agua, hervimos los garbanzos junto con la cebolla, el laurel, 2 ajos y la zanahoria. Cuando hayan hervido, retiramos todo dejando sólo los garbanzos.

En una sartén sofreímos la cebolla y el ajo restantes junto con el pimiento y el apio cortados en trocitos pequeños, añadimos el tomate y removemos hasta que todo esté bien integrado. Cuando esté hecho el sofrito incorporamos el pimentón. Por último, el bacalao cortado a nuestro gusto y dejamos rehogar unos 2-3 minutos.

Tendremos preparadas las espinacas que habremos lavado, cortado y  las herviremos con los garbanzos, 1-2 minutos. Incorporamos a la cazuela todos los ingredientes con cuidado para que el bacalao no se rompa y dejamos hervir 1-2 minutos más. Retiramos y mejor dejarlo reposar un rato hasta el momento de servir.  Comprobamos la sal y podemos adornarlo con huevo duro y perejil

*Recordar, los garbanzos echarlos con el agua tibia y si se prefiere podemos comprarlos ya hervidos.

¡BUEN APETITO!!

 

Mejillones en salsa

Seguramente cuando preparamos una receta de mejillones, no pensamos que estamos cocinando un molusco prehistórico, pues, así es, ya que las costas peninsulares han sido su hábitat natural desde hace millones de años y existen numerosos testimonios arqueológicos de que los humanos ya lo recolectaban y su consumo era un importante aporte en la dieta de estos grupos primitivos.

Es un animal gregario que se encuentra en las costas de los mares templados y fríos, en zonas donde abunda el plancton, colonizando las rocas y en las profundidades marinas.

Hay evidencias de que su cultivo se hizo de forma muy temprana con técnicas que han llegado hasta la actualidad y que muestran toda una ciencia marina ligada a la economía productiva. En la época moderna, a principios del siglo XX se plantean los primeros intentos del cultivo de este molusco en Galicia, Cataluña y en el levante peninsular. Este proceso de cría controlada, tiene una rápida evolución y en la actualidad constituye un importante valor en el sector acuícola por su elevada producción que ha hecho que España se situara en primera posición en el mundo, durante mucho tiempo, puesto, que ha tenido que ceder según datos de la FAO, ante el empuje de China y Chile.

El desarrollo de esta actividad ligada a la industria pesquera, ha derivado en muchos lugares, a formar parte no solo de la economía, también a crear referencias culturales que abarcan aspectos antropológicos en aquellos lugares donde constituye una base de amplia y larga tradición.

El cultivo mediante las técnicas utilizadas,  ha dado lugar a crear espacios geográficos marinos muy reconocibles como es el caso de las numerosas bateas distribuidas en las Rías Bajas.

Actualmente, este cultivo y su recolección están sujetos a controles sanitarios para asegurar que no existe ningún riesgo en su consumo, incluso hasta frenar su venta si hay alguna sospecha de contaminación. También, a través de la política, pesquera establecida por la UE, se regula  toda una normativa para determinar su calidad y tamaño.

Al mejillón se le ha reconocido su riqueza gastronómica y su gran versatilidad en la cocina, su consumo abarca prácticamente todo el mundo, preparado en recetas adaptadas  a los gustos locales. Podemos encontrarlo preparado en vinagreta, a la marinera, en salsa, al vapor, con tomate, mezclado con ingredientes al gusto y rebozado… Se puede encontrar comercializado en conserva, muy popular en salsa americana un tanto picante y envasado al vacío.

Si mencionamos sus propiedades, podemos comprobar que son muchísimas, es bueno para los huesos y la piel, fortalece el sistema inmunológico, contiene vitaminas de los grupos B y C y muchos minerales, también Omega 3, por tanto, su consumo, está altamente recomendado incluso, se está investigando para usos médicos.

Difícil escoger que preparación recomendar, pero nos decidimos para nuestra receta, hacerlo en salsa. Siempre resulta muy sencilla su preparación y lo podemos presentar como aperitivo o entrante y también como plato del menú. A la hora de su compra, asegurarnos de su calidad adquiriéndolo en nuestro mercado de confianza y de proximidad.

Mercado del Val

INGREDIENTES PARA 4 PERSONAS

1 ½ – 2 kg de mejillones

4 puerros o 3 cebollas medianas

1-2 cucharadas de harina

1 vaso de vino blanco

Pimienta

Mostaza o soja a gusto

Un poco de zumo de limón

Aceite de oliva virgen

Sal

PREPARACIÓN

Una vez lavados los mejillones, los pondremos a hervir con un poco de agua en una cazuela. Cuando se hayan abierto, les quitaremos la concha superior o si se prefiere, las dos y los reservaremos dejándolos con un poco del caldo que han desprendido, dejando el caldo restante para añadir cuando esté hecho el sofrito.

En una sartén, rehogamos a fuego bajo, los puerros o en su caso las cebollas, que habremos cortado bien finos. Cuando veamos que ya están un poco dorados, añadiremos la harina, removiendo para que no se pegue y los demás ingredientes junto con el caldo de los mejillones. Comprobar la sal y la textura de la salsa y ya la podremos verter en los mejillones dejando mezclar los sabores durante un par de minutos con el fuego bajo.

Presentar el plato, espolvoreado con perejil fresco picado, caliente o frío, según nos apetezca.

Una receta de mercado, de elaboración fácil, que dará color y sabor en nuestra mesa.

¡BUEN APETITO !!